6 de septiembre de 2021

SENSACIONES TRAS EL CONCIERTO ÍNTIMO

Cierro las ventanas que han permanecido abiertas durante toda la tarde, para airear y refrescar la sala .

Comienza a llegar la gente que va eligiendo los primeros sitios, mientras la cantante ensaya las voces, prueba micrófonis y prepara su puesta en escena. Procuro tener todo organizado, la sala limpia y los aparatos funcionando.

El recital poético musical da comienzo con unos poemas cantados.

Voz y música que llenan la sala y abrazan a quienes escuchan en silencio, unas veces, y otras, acompañan con las palmas y toques en el suelo con los pies, al son de los acordes más festivos de la guitarra.

Hora y media de poemas cantados, entre medias otros poemas recitados, por mujeres esta vez.

Voces femeninas que al igual que la música, llenan la sala de palabras y ritmos.

Me sorprenden que todas tienen algo en común, hay cadencias, hay tiempos y puntos en su declamación similares. Hay quizá una doctrina, una enseñanza.

Esto puede que suene que es artificial, pero no al oído. Suena bonito y elegante, es agradable.

Hora y media que el mundo se ha detenido y fuera no hay nada. 

Aplausos, canciones compartidas y gozadas.

Da igual el poeta que creó los poemas que hoy se escuchan, la desnudez de los mismos expuestos al público invaden, sin vergüenza y sin pudor.

Concluye y apago las luces. Compruebo que todo quede en orden.

El viaje de vuelta a casa lo hago en autobús.

Dejo pasar a una madre con dos niñas pequeñas, rubias con trenzas, son muy bonitas. Me fijo en ellas, en cómo se comunican, en cómo sonríen. Yo lo hago también.

También dedico mi atención a dos mujeres que se apresuran a coger sus asientos antes de que llegue alguien más avispado y rápido. De nuevo sonrío ante tal apresuración.

Afuera está oscuro. La oscuridad de la tarde noche, casi al final del mes de agosto, recién concluida la feria.

Se nota porque hay mucha menos gente, y aunque transmita aquí la vida que bulle, es más silenciosa.

Quedan algunos ruidos de cenas en el McDonald, chiquillería que alza la voz, parejas que pasean helado en mano, y hasta maletas que se arrastran y regresan.

De abanicos meciendo sus alas en la sala, al aire acondicionado muy fuerte en el bus, así estamos, no hay puntomedio.

El conductor lleva puesta una música que persigue mis pensamientos y no deja concentrarme.

 ♫♫Al compás del chachachá, el chachachá del tren, qué gusto da viajar... ♫♫

Regreso a mis pensamientos, y recuerdo, que en la sala, esta tarde, se hizo la burbuja, la que envuelve y olvida la vida, aquella que crea una vida distinta y paralela. La real o ficticia de unos poemas, que de un alma salen al exterior a hincarse en otras almas.

La burbuja que se ha roto de camino a casa en el bus, y que me devuelve a la vida, que me lleva a casa, Esa burbuja en que tuve la sensación que esta hora y media no era real.

Durante ese tiempo da igual el poeta o sus poemas. Ahí las palabras han estado bailando de un lado a atro: amor, sangre, muerte, libertad, mentiras y risas...

Te dejo, me dejas; te olvido o me buscas... 

No hay comentarios: