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15 de mayo de 2018

DUQUE

Este caniche toy, que atiende por el nombre de Duque, llegó como regalo para mi madre una Navidad de hace ya más de dos años.
Era una bola peluda blanca, que más parecía un peluche.
No llega a los cuatro kilos, y siempre tiene ganas de jugar, sobre todo con su pelota, que no suelta ni para dormir.
Juguetón saltarín, y un poco gruñón.
Le ladra al vecino, a los otros canes que no conoce, al carrito de la compra que arrastra cualquier  persona que pasa por su vera, a las bicicletas; y como vea a unos peques jugando con una pelota, se vuelve loco, y cualquiera lo arranca del grupo de niños o niñas que estén jugando con ella.
Siempre está mordisqueando, todo. Pero  todo, todo: bolígrafos, papeles, plásticos, limas de uñas, tapones...
¡Es un peligro!
Pero este peluche de ojos oscuros, redondos y de pelo ensortijado, me acompaña allá donde voy.
Si me ve triste, esas patas cortas, pero bien formadas, me acarician el brazo, una y otra vez, hasta que respondo a sus llamadas y me mira, mientras tuerce la cabeza de un lado a otro como si me quisiera hablar y esperara mi respuesta.
Quizá me hable, pero yo no entienda.
Al llegar del trabajo, mientras descanso apoyada la espalda en la esquina del sofá, él me busca y reclina su cabeza llena de rizos, y se deja acariciar, consiguiendo una paz necesaria para él y para mí.
Y por las noches, como la de hoy, me saca unas sonrisas.
Nos hemos inventado un juego: yo le tiro palos, y él va a buscarlos y me los trae.
Se pone nervioso, y cuando vuelve y me ve con el siguiente en la mano, el que trae siempre cae antes de tiempo, y como no me ande con cuidado, me lo quita de las manos pegando un gran salto.
¡Tengo que ser más rápida que él, mucho más! Anda que no, porque corre como si le fuera la vida en ello, y siempre regresamos a casa con la lengua fuera.
Hoy, como os dije antes, me ha sacado una de las mayores sonrisas,  la mejor, y quizá la única del día. De estos días que pasan sin pasar nada, y que son tristones.
Aún con el palo en la mano, la levanto, y antes de tomar fuerza y lanzarlo, Duque ya estaba en la otra punta, buscando como un descosío el palo que aún yo sostenía.
- Pero Duque, ¿dónde vas, si todavía no lo he lanzado?
Vuelve a mí a la velocidad de un rayo, dando saltos.
Y comienza de nuevo el juego.
Me tengo que reir y mucho.
Volvemos a casa y lo primero que hace es beber agua, y se sienta en el suelo mientras ve cómo recojo la cocina, o preparo unas magdalenas, o me aseo.
Ahora, las buenas noches, y a dormir.
Vuelve a mirarme con esos ojos oscuros y redondos, y apoya la cabeza en el suelo. Los cierra y suspira.







28 de diciembre de 2011

UN RELATO BREVE PARA ANIMAR A LA LECTURA DEL "SUPLEMENTO GASTRONÓMICO MALAGA EN LA MESA"

En la vida las aficciones, las tareas, se mezclan, llegando a ser la misma cosa.
Últimamente estoy escribiendo artículos para el Diario Sur de Málaga, colaborando en el suplemento gastronómico MÁLAGA EN LA MESA, que dirige Esperanza Peláez.
Es una tarea muy bonita; supone un reto para mí cada semana. No la entrevista en sí, que siempre es agradable. Más bien es tener que resumir en unas pocas palabras, lo que podría decir en más espacio.
Tengo que resumir y no perder la fuerza del escrito. Que enganche, pero que no canse.
Agradezco al Diario Sur la confianza que ha depositado en mí.
A Esperanza Peláez por haber pensado en mí para este proyecto.
A mis entrevistados y entrevistadas, por su paciencia , y a toda la gente que lee cada sábado esa sección con verdadero interés. 

El sábado 17 de diciembre, salía mi tercer artículo, cuya protagonista es Reme Reina, y su blog, alsurdelsur.
Para animar al personal, comencé a escribir recordándoles que debian pasarse por el kiosco y si no se daban prisa, se acabarían los ejemplares.
Y mientras escribía, las palabras salían, y seguian saliendo. No podía pararlas.
Y entonces salió esto. Está casi tal cual, sólo he corregido algunos tiempos verbales. Lo demás está intacto.
"Málaga. sábado 17 de diciembre. Hace frío. Comienza a lucir el sol tímidamente. El viento le acompaña desde temprana hora.
Son las 9 de la mañana, y hay mucho movimiento en la calle. Tan temprano y el quiosco del barrio está abarrotado de gente.
El quiosquero, sorprendido, no acierta a saber qué está ocurriendo.
La gente nerviosa no deja que nadie se cuele y así llevarse el último ejemplar. Se miran unos a otros de reojillo, comprobando que no salga nadie de la fila y que respeten su turno.
Sigue haciendo mucho frío. El sol aún no calienta, y algunas personas llevan ya una hora en la cola. Se frotan las manos la una contra la otra, para entrar en calor.
De pronto una chiquilla se acerca y se pone la primera. No alcanza al  mostrador, y tiene que empinarse para poder dejar las monedas que lleva en la mano.
La gente la mira, comenta, pero nadie se atreve a decirle nada. Seguramente vendrá a comprar chucherías.
Pedro, el quiosquero del barrio, se acerca a ella, evitando las miradas inquisidoras de quienes lo observan fijamente y le dice:
- ¿dónde vas hoy, Andrea, tan tempranito?
- Quiero un Sur, señor....
De nuevo se levanta el revuelo entre la gente que espera. Se miran, susurran, se inquietan...
La niña, de pelo rubio, cola alta y cabello rizado, mira hacia atrás, y con voz potente y decidida, les dice:
- Es que sale una amiga de mi tita Mamai en el periódico, y  mi tita ha escrito la entrevista. Y yo quiero leerla, que ya sé leer...
Pedro sonríe, le da su periódico, y además, le regala una piruleta para ella, y un paquete de gusanitos para su hermano.
Y agradecida Andrea recoge su ejemplar, lo abraza fuertemente como si temiera que alguien se lo fuera a quitar y ligera de movimiento se marcha , no sin antes regalar una preciosa sonrisa a todas las personas que esperan en la cola.
Todas y cada una de esas personas siguen con la mirada a la niña hasta que llega al portal de su casa, viendo cómo salta como simpático pajarito.
Vuelven veloces la mirada hacia el quiosco, y un suspiro de alivio se escapa de la garganta de más de uno cuando ve que Pedro, el quiosquero, ha puesto sobre el mostrador gran cantidad de periódicos de El Sur.
Ahora son estas personas quienes regalan una sonrisa a Pedro."
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Mª Ángeles