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3 de junio de 2016

PÍDEME LA LUNA. La virtud de la paciencia.

Segunda práctica del taller de periodismo literario de Guillermo Busutil, en Taller Paréntesis.
Más íntima y directa al corazón.

PÍDEME LA LUNA
Por Mª Ángeles Sánchez Serrano

Hay momentos en la vida en los que sólo te interesa hacer feliz a alguien.

Saber que con una palabra, con un gesto o con una acción vas a desencadenar que esa persona reciba una sorpresa agradable, y que se le ilumine la cara, es lo único que ahora importa.

Y si sabes que esa persona, algún día, más temprano o más tarde, va a dejar de entusiasmarse y sonreír, entonces lo haces SÍ o SÍ. Sin importarte nada más. Dejando de lado tu propio bien, tus intereses. Dejando de lado otras palabras, otras acciones de otras gentes.

Así se comporta esta enfermedad, el alzhéimer, con una pérdida de interés, cambios de estado de ánimo y depresiones, entre sus síntomas más destacados y visibles.

Considerada ya como la "Epidemia del siglo XXI", con una incidencia de 24 millones de personas afectadas en todo el mundo y que podría alcanzar más de 80 millones en 2040.

Una cifra que da miedo. Si leemos las estadísticas y seguimos hurgando en la herida, más de tres millones de personas nos vemos afectadas por esta enfermedad, entre pacientes, familiares y cuidadores. Es una realidad y así hay que vivirla.

De poco sirven las lecturas, la información y los consejos. Te guían, eso sí, a comprender y entender. Pero el día a día es el que te enseña. La intuición y la propia personalidad de quien cuida.

Mucho de imaginación y mucho amor; pero sobre todo, mucha paciencia. Ésa es la clave. Paciencia. Preciosa en sonido. Inmensa en contenido.

Con esta enfermedad cada día se aprende algo nuevo. Cada día te enfrentas a un reto que hay que superar y en este mar de vaivenes, hay ocasiones que te relajas, cuando ves que pasan los días y algo ha cambiado. Se instala entonces la calma y vuelve la razón, o eso te lo parece. Te acomodas porque, aunque cada momento bueno dure un suspiro, lo estiras como chicle, todo lo que puedes.

Pero una tarde, cuando tú también estás saturada, de pronto aparece lo que tanto temías. Te pilla de sorpresa, porque a lo bueno se acostumbra una muy pronto. Mantienes una lucha contigo misma y contra esa enfermedad que arrebata la razón y te deja sin argumentos. Peleas, intentas razonar, te hiere, luchas... Explotas. Y al final, te retiras. 

Vuelves con tu mejor sonrisa. Te sientas a su lado como si nada hubiera pasada. Recompones tu estrategia y sacas la fuerza que reservas para momentos así.

La batalla ha comenzado de nuevo. Y a ésta no se la vence con la fuerza ni la violencia. A esta batalla hay que hacerle frente con cariño y amor y con esa gran dosis de paciencia.

Ante este panorama, si me pidiese que le bajara la luna, la luna le bajaría. Y si no lo consiguiera, una luna le dibujaría. Porque para una que suscribe, no hay nadie en este mundo que lo merezca más, que quien me dio la vida antes y después de nacer.

NOTA DE CLASE:  El día que leí llevaba dos columnas escritas. Y para mí las dos eran igual de especiales. Les dí a elegir, y al final, mi profesor se quedó con ésta. Le apetecía que alguien leyera algo de este tipo.
En general las correcciones no estuvieron mal. Siempre se aprende de la opinión de las demás personas. Y sobre todo del profesor, de Guillermo. Gran periodista a quien me encanta leer. Como periodista y como escritor.
Así es que atendiendo a sus indicaciones, y tras leer de nuevo revisando comas y puntos, así ha quedado mi columna.
Y no vuelvo a leerla más, porque si no, vuelvo a introducir o quitar.. y no quiero ni puedo.

26 de mayo de 2016

EL BOOM DE LA CENTRALITA VIRTUAL. Práctica del Taller de Periodismo Literario.

Hace un mes que comencé un taller de Periodismo Literario con el periodista y escritor, Guillermo Busutil. Lo imparten en  Paréntesis,  Asociación cultural dedicada al fomento de la literatura, el arte y la creatividad.
Tardé en escribir mi primer ejercicio. Y después de darle vueltas a varios temas, empezar desde distintas ópticas, el día a día de mi trabajo me dio la clave para la que escribí definitivamente. Y no creas que lo hice meditándolo, no, basada en el cabreo y la hartura de un hecho cotidiano.


EL BOOM DE LA CENTRALITA VIRTUAL
Por: Mª Ángeles Sánchez Serrano

Que digo yo. ¿Y tantas máquinas, para qué? ¿Nos facilitan de verdad la vida?

Cierto es que las administraciones, en pos de prestar mejores servicios a la ciudadanía, implantan el servicio de atención telefónica, la centralita. Ésa que te atiende repetidamente:

- ¡Está Vd. llamando, al ayuntamiento de….! ¡Ya empezamos!
- Si quiere hablar con planificación, pulse uno. Si desea hablar con Informática pulse dos, o con Servicios Generales, pulse tres. Y así, una retahíla de servicios y números, pero el tuyo, no está.

- Y si no, en breves momentos le atenderá un operador. ¡vale, mejor espero!
Piiii, piiii, piiii, o música enlatada por respuesta.

Las empresas suministradoras de estas centralitas pregonan a los cuatro vientos, que la utilización de estos aparatos supone una solución práctica y sencilla. Sencilla para mejorar los resultados y la comunicación en las empresas, incluso con el exterior. Y un ahorro económico para las mismas, importante, que no pongo en duda.

- Sí, sí, todo eso está muy bien, pero ¿a mí quién me atiende?

Y ya no te digo si me salta el contestador y tengo que dejar el mensaje... ¡ay, si  es que hasta nerviosa me pongo! Y eso que una, para estos casos, tiene sus estrategias. Me preparo, me imagino que tras ese aparato hay una persona que me escucha, y entablo una conversación a dos, donde sólo habla una, yo.

Que sí, que estoy de acuerdo en que cuando atiende una de estas centralitas virtuales, me atuso el cabello, alzo los hombros y me preparo para hablar con una empresa moderna y actual. Y seguro que dispone de muchos departamentos, y una gran plantilla, que hace de ella una empresa potente.

También sé que para cualquier persona que trabaje por su cuenta, si no tiene un contestador que atienda sus llamadas, la cosa se complica: llamadas perdidas, clientes que se pierden, el perro que ladra más de la cuenta, ante una llamada persistente… Optimización del trabajo, lo llaman. Y como decía el presidente americano, Benjamín Franklim,  "El tiempo es dinero", y que en cualquier entorno empresarial es una realidad muy presente que cobra especial importancia para personas emprendedoreas, autónomas y que dirigen medianas o pequeñas empresas. 

¡Pero por favor, esas centralitas, que funcionen! A ver, servicios generales uno, planeamiento dos, ¿y quién resuelve mi tema? Y después de repetir lo mismo dos o tres veces, y con un mosqueo del 10, se corta, y me quedo a dos velas. Tiempo perdido.

Lo que más me preocupa de todo esto, es que se desvanece el carácter humano; esa voz que te resulta familiar y que sabe dónde se ubica cada uno de sus trabajadores o trabajadoras, porque a mí, tanta voz metálica enlatada, me desubica.

Leí hace poco que los países en desarrollo deben abordar cuestiones técnicas y socioecnómicas para introducir la telefonía virtual y a tal efecto se ha creado un Grupo de Expertos, nada más y nada menos, que desempeñan las tareas definitivas para la introducción de la telefonía IP. ¡vamos, que serio es, un rato!

Pero en la retina de nuestra memoria histórica están aquellas operadoras con auriculares, sentadas ante unos paneles con agujeros y muchos cables, que insertaban con maestría y rapidez, y ponían en comunicación a todo el mundo.

Es más, aunque esté de acuerdo en que la evolución de las telecomunicaciones es imparable, que el trabajo que se realiza va en  beneficio de una mejor comunicación entre la ciudadanía, y todo eso… llámenme antigua, pero es que yo, prefiero la comunicación más personal.

- ¿Dígame? ¿En qué puedo atenderle

Málaga, mayo de 2016

NOTA. El reconocimiento de mis compañeros y compañeras ha sido casi unánime, y del profesor, que me felicitó y eso me animó a continuar con los ejercicios sin tanto miedo. 
Irónica y rápida, fresca con un lenguaje coloquial y atractivo. Y que tenía el estilo de la escritora y periodista Luz Sánchez-Mellado. ¡Casi ná!
También se comentó que era la única que había puesto el texto con foto y todo, como se suelen presentar estos documentos en las revistas o publicaciones donde aparecen. 
Un compañero también añadió que había metido sonidos a la columna, y que gustó mucho en general.