3 de octubre de 2025

GENALGUACIL. EL DESPERTAR DE UN PUEBLO MUSEO

 

En septiembre de 2021 regresé a Genalguacil, uno de esos pueblos a los que vuelvo una y otra vez porque me hacen sentir bien, porque me llenan de calma y de vida. Tras el incendio que golpeó Sierra Bermeja y sus alrededores, volver se convirtió en un deber, en una forma de abrazar de nuevo a este rincón blanco y artístico que tanto significa para mí.

 EL DESPERTAR DE UN PUEBLO MUSEO

Hoy me asomo al balcón de la Serranía de Ronda desde el pueblo de Genalguacil, uno de los tesoros más hermosos del Valle del Genal. Blanco, tranquilo, lleno de vida y de arte, es un lugar donde el tiempo parece caminar más despacio.


Aquí las calles respiran creatividad: cada muro, cada plaza, cada esquina es un lienzo que guarda una huella artística. Genalguacil no es solo un pueblo, es un museo al aire libre, un regalo para la vista y para el alma.

Las casas blancas, cuidadas con esmero, reflejan la primera luz del día, y entre balcones y macetas siento que late algo más profundo: la emoción de quienes mantienen vivo este rincón.

Amanece despacio en este pueblo silencioso. A cada paso escucho el canto de los pájaros y, a lo lejos, algún gallo que anuncia la vida del nuevo día. Me detengo y dejo que el suave tolón, tolón de la campana de la iglesia marque el ritmo del tiempo.

¡tolón, tolón.. la 1; tolón, tolón, las dos y así cada repique me  transporta a un pasado que aquí nunca parece del todo lejano.

La frescura de la mañana invita a pasear. Miro cómo las pequeñas aves asoman sus picos desde los nidos, esperando la comida que llegará en cualquier momento. Las flores del San Pedro comienzan a abrir, tímidas al principio, hasta que por la tarde llenarán el aire de su aroma, un perfume que despierta recuerdos de mi infancia.

Subo las empinadas escaleras, sonrío al cruzarme con esa simpática escultura que bromea con las cuestas interminables “ESTOY HASTA EL MOÑO DE SUBIR CUESTAS.

Respiro profundamente: el aire fresco de la montaña, el roce de la brisa en mi piel, el calor tímido del sol que empieza a acariciar las fachadas. Cierro los ojos para guardar la sensación, y al abrirlos, dos gatos me observan desde una esquina, buscando la misma energía de la mañana que yo. 

Y sin embargo, junto a esta belleza, la tristeza se abre paso. No puedo olvidar que, muy cerca de aquí, el fuego devoró hace poco parte de esta sierra incomparable. El mismo incendio que puso en vilo a Jubrique dejó también cicatrices en los alrededores de Genalguacil. La naturaleza herida parece guardar silencio, pero sé que volverá a hablar, porque la vida siempre busca el camino de regreso.

Aun así, el pueblo resiste. Sus gentes siguen cuidando de cada calle, de cada flor y de cada obra de arte, como un recordatorio de que incluso tras la pérdida hay belleza que se mantiene en pie. Genalguacil, con su calma, su creatividad y su entorno natural, es un canto de esperanza.

Cuidemos nuestro entorno. Esto es vida. Esto es nuestra savia, lo que nos sostiene y lo que debemos dejar a quienes vengan después.

 


 

 

 

 

 

 

 

 

25 de julio de 2024

A JUBRIQUE, CON AMOR (Tras el incendio forestal sept. 2021)

A JUBRIQUE, CON AMOR
Anoche soñé que volvía a recorrer el camino que me llevaba a ti. 
Se hacía interminable la carretera contemplando lo que el fuego llegó a calcinar. Las lágrimas resbalaban por mis mejillas y el corazón lo tenía encogido. 
Anoche soñé que conforme avanzaba, veía las casas blancas de donde salían personas muy cariñosas y amables, que me acogían y me daban la bienvenida, sonriendo, siempre sonriendo. 
Al despertar, mi primer pensamiento fue que tenía que volver, volver y llegar a ti como en mi sueño. 
Te pediré, entonces, que me dejes perderme por el laberinto de tus calles, y embriagarme con el olor de tus flores. 
Sé que esas personas con las que soñé, son las que cuidan con esmero que el pueblo sea uno de los más bonitos y coloridos, con esas calles estrechas y empinadas, de fachadas blancas como la nieve y engalanadas con macetas de “lunares” que le dan la alegría que sus gentes tienen, y que en primavera se ven repletas de flores como las rosas, los claveles, los geranios, hortensias, margaritas, y hasta árboles frutales. 

Disfrutar de la belleza y del color y los verdes, es otro de vuestros atractivos. 
Quizá soñara también que en tu pueblo existía un oasis de las mariposas y que es vuestra mascota. La riqueza de vuestro entorno natural nos ofrece la maravillosa experiencia de verlas volar y admirar sus colores y formas; me podría quedar horas enteras viendo cómo bailan a mi alrededor. Déjame que siga soñando, y dime si puedo visitarlo.  
Déjame también adentrarme por tus caminos sin perder la mirada a ambos lados y que me seduzcan los verdes y ocres de tus árboles; asomarme al Mirador del Peñón Encantado, y contemplar la majestuosidad de tus alcornoques, admirar los troncos robustos de tus quejigos, y dejarme seducir por el familiar olor a pino. 
Y cómo no, déjame también que me emocione con los cambios de colores de tu paisaje, con esos centenarios castaños que durante el otoño dejan caer sus hojas, para formar un manto hermoso de distintas tonalidades de verdes, marrones y dorados, que brillan cuando el sol los baña con sus rayos. Hasta pronunciarlo es bello y melódico, EL BOSQUE DE COBRE. 
Déjame pasear junto al río, aunque tenga que llorar junto al charco, vuestro Charco Azul que ahora es casi negro, gris cenizo; que la mano de un ser sin alma destruyó su entorno, para desesperación de tus habitantes y de quienes gozamos de tan magnífico espectáculo. Sé que con vuestra unión y con ayuda, renacerá, y se volverá a convertir en ese lugar idílico. 

En mi sueño, también olía a aguardiente, ¿puede ser?. Dime, ¿qué fue del aquel famoso aguardiente que en el siglo XVIII se vendía por toda Andalucía y fuera de ella? Cántame la coplilla, aquella que decía: 
 
«Los que gusten de catar 
 Los zumos del alambique
 Mejores no los tendrán
 Que en los pagos de Jubrique».
 
No quiero dejar el pueblo en mi visita, sin parar en uno de tus bares, y comer ese gazpacho caliente y potaje de hinojos que las gentes del lugar preparan con tanto esmero, como antiguamente; comida de lo que daba el campo, la más rica y saludable. 
Gazpacho Caliente-Fuente: Ana Abellán-blog ME SABE A MÁLAGA

Tu origen, Jubrique, tiene mucho que ver en cómo sois la gente de por aquí, desprendida y solidaria, una gran familia que se arropa y se cuida, que trabaja junta cuando más lo necesita, y que remonta con la energía y la fuerza que da la Madre Tierra. 
Aunque tus ojos lloren, Jubrique, aguanta y espera,  que la naturaleza es sabia, y como las aguas de tus fuentes y manantiales fluyen, así fluirá la esperanza de la recuperación. 
 
Anoche soñé que volvía a ti. 
Y yo, que creo en mis sueños, volveré.

4 de junio de 2024

NEGRO

 


NEGRO

¿Es la casualidad? Negro identifica mi estado general en estos momentos.

Podría haber elegido un color, como el verde, uno de mis favoritos. Verde manzana, verde esperanza, verde pino, verde selva. Verde que te quiero verde. Verdes campos que visito.

Podría haber elegido el rosa, rosa chicle, rosa claro como el vestido que lucí el día del entierro de mi hermana, cuando muchas de las personas me criticaron por no vestir de negro. ¡El luto se lleva en el corazón! Yo tenía veinte años, y una pena tan grande, que me daba igual un rosa, amarillo o blanco.

No amarillo limón, ni amarillo luminoso, el sol que nos acompaña cada día. No elegí el amarillo chillón, ni el amarillo pálido, podría, pero no.

No blancos inmaculados, ni azules cielo;-ni rojo fuerte, rojo pasión, rojo carmín, el rojo de tus labios, la sangre del toro derramada sobre el albero, muerte, dolor; no quiero no quiero muertes sin sentido, no quiero sangre derramada para regocijo de quienes lo rodean aplaudiendo.

He decidido echarlo a suerte y es el negro el que al mover la rueda, aparece; negro, oscuridad. Negro depresión. “Negro como mi corazón” - así decía mi madre. MI madre. Mi motor. Mi origen y mi todo.

Hoy el negro me acompaña, me oprime. Quizá más gris que negro. Negro negro es mucho negro. 

Pero el negro es el que ha salido. Lo siento y así me siento.

13 de diciembre de 2021

ATARDECER JUNTO A TÍ

Cae la tarde y suspiras, contemplando cómo se detiene el tiempo mientras me miras. 
 
El sol se despide regalando su luz a las nubes, que brillan y se contonean orgullosas ante nuestros ojos. Saben que mientras se despide este día entre montañas, tú y yo las estamos observando y jugamos con ellas.
 
Allá un ciervo saltando, más a tu izquierda un trineo, y sobre esa montaña, un elefante. 
 
 
Cielo y tierra se unen.
La luz de la despedida nos abraza. 

9 de septiembre de 2021

ESTO ES VIVIR

Poco antes de las 8 de la mañana, el sol me da los buenos días en un entorno privilegiado. No dudo ni un instante en desperazarme y salir a su encuentro.
Frente al hotel, la montaña y bajo el sol, a pocos kilómetros de aquí, pero cerca de mi vista, el bello pueblo de Genalguacil. 
Salgo cuando solo se escuchan los pajaritos despertando, con sus tibios gorgoritos. No puedo dejar de escucharlos.
Cojo el camino más cercano, y me acompañan los sonidos propios de la naturaleza a estas horas tan tempranas: un gallo aquí, el perro que le ladra, el rebuzne de un asno, otro gallo allí , y los pajaritos, "pi.. Pi... Pi.. Pi..". 
 Me adentro en el camino y no dejo de admirar los árboles . ¿Os dije alguna vez que me cautivan? Creo que son MONUMENTOS naturales imprescindibles para nuestra vida.
Es a esta  hora cuando aún se percibe el sonido del aire  que roza las ramas de los árboles, y que escucho cantar a mi paso, y que yo acompaño con el crujir de las hojas secas que encuentro bajo mis pies.
Hoy el sol augura un maravilloso día y conectar con la naturaleza es el mejor comienzo.
Me pondría algo sobre mis hombros, pero me gusta sentirlos frescos después de tantos días de calor y humedad.

Como dice este lugareño que encuentro con su saco al hombro, portando ramas cargadas de erizos de castañas para enseñar a sus nieto :
-  "Zeñora, esto es vida. Ze respira y se llenan los pulmones..".
Tiene usted toda la razón del mundo ¡Esto es vida!
 

6 de septiembre de 2021

SENSACIONES TRAS EL CONCIERTO ÍNTIMO

Cierro las ventanas que han permanecido abiertas durante toda la tarde, para airear y refrescar la sala .

Comienza a llegar la gente que va eligiendo los primeros sitios, mientras la cantante ensaya las voces, prueba micrófonis y prepara su puesta en escena. Procuro tener todo organizado, la sala limpia y los aparatos funcionando.

El recital poético musical da comienzo con unos poemas cantados.

Voz y música que llenan la sala y abrazan a quienes escuchan en silencio, unas veces, y otras, acompañan con las palmas y toques en el suelo con los pies, al son de los acordes más festivos de la guitarra.

Hora y media de poemas cantados, entre medias otros poemas recitados, por mujeres esta vez.

Voces femeninas que al igual que la música, llenan la sala de palabras y ritmos.

Me sorprenden que todas tienen algo en común, hay cadencias, hay tiempos y puntos en su declamación similares. Hay quizá una doctrina, una enseñanza.

Esto puede que suene que es artificial, pero no al oído. Suena bonito y elegante, es agradable.

Hora y media que el mundo se ha detenido y fuera no hay nada. 

Aplausos, canciones compartidas y gozadas.

Da igual el poeta que creó los poemas que hoy se escuchan, la desnudez de los mismos expuestos al público invaden, sin vergüenza y sin pudor.

Concluye y apago las luces. Compruebo que todo quede en orden.

El viaje de vuelta a casa lo hago en autobús.

Dejo pasar a una madre con dos niñas pequeñas, rubias con trenzas, son muy bonitas. Me fijo en ellas, en cómo se comunican, en cómo sonríen. Yo lo hago también.

También dedico mi atención a dos mujeres que se apresuran a coger sus asientos antes de que llegue alguien más avispado y rápido. De nuevo sonrío ante tal apresuración.

Afuera está oscuro. La oscuridad de la tarde noche, casi al final del mes de agosto, recién concluida la feria.

Se nota porque hay mucha menos gente, y aunque transmita aquí la vida que bulle, es más silenciosa.

Quedan algunos ruidos de cenas en el McDonald, chiquillería que alza la voz, parejas que pasean helado en mano, y hasta maletas que se arrastran y regresan.

De abanicos meciendo sus alas en la sala, al aire acondicionado muy fuerte en el bus, así estamos, no hay puntomedio.

El conductor lleva puesta una música que persigue mis pensamientos y no deja concentrarme.

 ♫♫Al compás del chachachá, el chachachá del tren, qué gusto da viajar... ♫♫

Regreso a mis pensamientos, y recuerdo, que en la sala, esta tarde, se hizo la burbuja, la que envuelve y olvida la vida, aquella que crea una vida distinta y paralela. La real o ficticia de unos poemas, que de un alma salen al exterior a hincarse en otras almas.

La burbuja que se ha roto de camino a casa en el bus, y que me devuelve a la vida, que me lleva a casa, Esa burbuja en que tuve la sensación que esta hora y media no era real.

Durante ese tiempo da igual el poeta o sus poemas. Ahí las palabras han estado bailando de un lado a atro: amor, sangre, muerte, libertad, mentiras y risas...

Te dejo, me dejas; te olvido o me buscas... 

14 de julio de 2020

EL PEZ FELIZ

Un rato hace ya que el pez, feliz, aparece saltando, brincando por entre las aguas.
Su lomo plateado delata la fuerza y viveza del mar que lo alimenta, lo ve crecer y lo cuida.
A sabiendas de que muchas miradas lo persiguen, se siente orgulloso  de ser el centro de sus miradas, y más se hace ver, dejando que la luz del sol muestre su lomo brillante. 
Se quieren, el sol, la luz, el agua y el pez. 
En un mismo mar convive con bañistas, ávidos de baños de sal, de arena y de sol; de juegos y sueños, historias de principios y finales, de amores y de amistades.
La tarde de baños y risas da paso a las noches de paseos, confidencias y espetos.
Las lumbres sobre las barcas que acogen el noble oficio del espetero iluminan la noche. La luna se asoma. Huele a pescado a fuego y a salitre.
Nuestro orgulloso pez se aleja mar adentro, surcando las aguas...

7 de julio de 2020

UN PASEO POR EL RÍO

Y llega la tarde. 
Y paseando por el río , junto al charco del Pontoco, en Gaucín, hacemos una parada en un recodo de su margen. 

A la sombra. Bajo los juncos.

Oimos el zumbar del aire cuando pasa entre las ramas, y se escuchan las hojas de los árboles que bailan y se mecen.
Pero impera en general, la calma, el silencio. 
Hasta las ranas se han callado.

El agua sigue su curso, suavemente y salta cuando tropieza con una enorme piedra, orgullosa de formar una pequeña catarata, minúscula, ridícula catarata. Pero se jacta ante mí, que la admiro embelesada. Sabe de su poder hechizante, a pesar de su humilde proeza. 
Entro al agua, y los pececitos corretean entre mis pies.
Me quedo quieta un instante y dejo que me huelan, y que se metan entre mis dedos y me hagan cosquillas. 
Con cuidado los aparto, dejo que sigan su camino. No quiero interferir demasiado en su hábitat.

Inspiro, espiro. Silencio.
Inspiro, espiro. Calma.
El sol luce y brilla el agua mientras sigue sonando esa música que enamora.
Inspiro y espiro. Silencio.
Ahora sí, croa la rana.