10 de agosto de 2011

¿POR QUÉ? REFLEXIONES DE PAZ DE UNA ADOLESCENTE

Año 1979. Recién cumplidos los 17 años. Hace 30 y pocos. Otras personalidades. Otras ilusiones. Otras percepciones de la vida y modos de enfrentarse a ella. 
Pero una adolescente que creía que "TODO EL MUNDO ERA BUENO, HASTA QUE SE DEMOSTRARA LO CONTRARIO".
Y de fondo, las noticias: la guerra civil del Líbano, un enfrentamiento entre religiones; y la invasión rusa de Afganistán. Demasiadas muertes. Demasiado odio.
De noche, cuando todos dormían, en mi habitación, con la luz de la lamparita, sentada en mi cama y un cojín detrás. Mi libreta, un bolígrafo, y el silencio de la noche. Eran mi paño de lágrimas, mi desahogo:

"El manto de la noche cae lentamente sobre la tierra. Todo se vuelve oscuro y se respira paz, sosiego, calma.
Ahora es cuando la vida adquiere sentido, cuando nada la perturba. En ella  hay más paz, más tranquilidad y menos odio. En la seguridad que ofrece mi casa, mi habitación, y mi cama, hay menos odio, y desde ella, comienzo a soñar.
Cierro los ojos y me imagino un mundo que no es real, está fuera de lo normal. 
Sueño que todo es paz, que se respira paz. Que la gente vive feliz, que ríe a cada paso, que saluda con quien se encuentra, que se ayuda en todas las situaciones. Hay abrazos, sonrisas y besos.
¡Es tan hermoso sentir que nos amamos! 
Cierro los ojos y puedo sentirlo. Puedo sentir ese estado de bienestar que me inunda.
Pero..., ¡qué inhumano es cuando despierto, y en la realidad no caben  mis sueños! Sólo veo odio, maldad, injusticia, venganza...
¿Por qué? ¿qué pasa en el mundo para que se comporte así?
MI madre me enseñó que dios nos puso en la tierra para que construyéramos grandes cosas, para que progresáramos y fuéramos más felices, con avances. 
¡Y en parte es verdad: el Mundo progresa! 
Pero yo me pregunto: Y el hombre como ser humano, ¿Progresa?
Mi pensamiento es que el hombre, en cierto modo, vuelve al pasado, a siglos atrás.
Un pasado lleno de rencores, un pasado sinrazón. Tiempos en los que se mataba por poder. Y ahora es igual.
Muchos dicen: hay que nacer y morir, es ley de vida.
Pero nacemos libres, crecemos con orgullo porque aprendemos de la vida. ¿morimos libres? Pienso que NO.
Otras personas disponen de nuestras vidas. ¿por qué? Mil veces me hago la misma pregunta.
Cierro los ojos un momento, y escucho de nuevo el silencio de la noche. Un gato maúlla en la calle, y se escucha cómo riegan la calle con grandes mangueras. Es de madrugada. Siento la paz de ese momento.
Y vuelvo a despertar, cuando recuerdo la ola de atentados, violaciones, peleas, robos, muertes y guerras, que entran por nuestras casas en las noticias. ¡Malditas guerras!
Nunca entenderé cómo el ser humano puede llegar a esos extremos. ¡Tantas guerras y tantos años! ¿es que nunca se acaban?
Pero entonces se borran de mi mente las armas, los saqueos, las huidas... y recuerdo otra guerra.
Una guerra que es más difícil de atacar, una guerra que es más difícil de ganar.
La guerra que mantenemos cada uno de nosotros, dentro de nosotros.
Esa guerra que duele, espiritual y moralmente. Que el dolor físico, al fin, se cura, se acaba... pero éste último se queda ahí dentro, y se hace llaga.
Y en ese momento necesitamos la ayuda de alguien, que nos entienda, que nos explique el porqué de tanto mal.
¿POR QUÉ? Martillea incesantemente en mi cabeza, una y otra vez... y taladra mi espíritu y lo hace frágil... pero no obtengo respuesta.

¿lo sabes tú, pequeño pajarillo que cantas?, ¿o tú libélula que vuela por el agua?, o ¿tú, niño de los cielos?
¿Lo sabe usted, jefe del poder? ¿o usted, amigo carpintero?"

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