19 de diciembre de 2009

DESPEDIDA A JAÉN


Jaén, mayo de 1986

"Jaén, tierra de olivo y señorío. Jaén, olvidada de una Andalucía próspera.
Ahora que llega el momento de irme, quiero dedicarte unas palabras: palabras sencillas que quieren expresar, o intentan expresar, lo que eres para mí, porque Jaén, tú eres parte de mí.
Los que me dieron la vida, nacieron en esta tierra; aquí tienen sus raíces y aquí se conocieron. Pasearon su amor por tus calles empedradas, por esa concurrida calle Maestra; y culminaron su amor un día claro pero frío de febrero.
Tuvieron que abandonar su Jaén querido, para vivir en otra ciudad, pero teniendo siempre en su mente la imagen del "Abuelo", la estampa majestuosa de la catedral, el silencio y el olor a antiguo de sus calles.
Venían muy a menudo al Jaén de su infancia; y una noche de feria de octubre, feria de San Lucas, con el olor a algodón dulce, con el ruido de la música popular aún en sus oídos, hubo una comunión de amor tan perfecta que encargaron un bebé, en esa noche folclórica de este mi amado Jaén.
Y yo, desde pequeña, conocí la gente sencilla, el amor a lo natural, a lo de siempre. Y cada año volvíamos a sentir el calor de agosto, el frío de una Navidad, con olor a gusanillos y alfajor. Y en Semana Santa, volvíamos también, a compartir con sus gentes el fervor hacia "El Abuelo", con la leyenda a sus espaldas, como esa cruz pesada.
Y lejos de Jaén, ese disco que mi madre guardaba: "El Himno a Nuestro Padre Jesús Nazareno", tantas veces oído y llorado por ella, porque el oírlo emociona y llena la sangre de fuerza.
Pero ahora te quiero aún más, Jaén, cuando he llegado a conocerte, cuando he tratado con tu gente y he llegado a quererla.
He vivido aquí, he andado tus calles, subido tus cuestas, tomado el sol en tus bancos; he bebido agua fresca de tus fuentes.
Aquí pasé mi juventud, mi adolescencia, o parte de ella. Aquí conocí lo que era la verdadera amistad, y conocí al primer chico que hizo latir fuertemente mi corazón. Aquí sufrí las primeras penas de amor.
Comencé a tener ideas propias, a saber opinar como persona medio adulta. También aquí conocí el dolor.
Y después de tres años, me marché. Lloré tu ausencia, porque me hacías falta. Algo tenías que me atraías, como imán, siendo Jaén, como eres, una ciudad pequeña, casi olvidada por los demás. En esos tres años que pasé día a día conociéndote, te amé más.
Y de nuevo, otros tres años separada de tí. Y otra vez de regreso, volví a tí de nuevo, y de nuevo sentí que mi corazón te pertenecía. Aunque el regreso fue doloroso, y tú estabas ahí para acogerme, para consolarme.
Han vuelto a pasar otros tres años, y me voy para siempre. Me voy porque mi hogar está fuera. He dejado en otra ciudad a la persona que he elegido para compartir mi vida.
Nunca te olvidaré. Eres mi raíz, mi esencia. Yo soy tú. Para conocerte, basta conocerme a mí; o al contrario.
De tí he aprendido, de tu gente, de tus costumbres, de tus tradiciones...
Y aquí dejo un trocito de mi corazón, porque siempre te llevaré conmigo, y te defenderé contra todos los que quieran ofenderte.
Y suenas bien: JAÉN."
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1 comentario:

Laura Piñero dijo...

Esta "oda prosaica" a Jaén que escribes hace aflorar muchos de tus sentimientos hacia ella y muchos recuerdos de tu estancia allí. La exhibición de la admiración a algo o a alguien no es una composición que me guste demasiado, pero lo realmente importante en estos escritos es transmitir esos sentimientos guardados. Yo también tengo alguno poema con esta temática.